viernes, 5 de octubre de 2007

Torpe sin remedio - Autorretrato

Siempre he sido torpe. Toda la vida, desde que tengo memoria. Pasaba (y aún las paso) vergüenzas, porque siempre botaba cosas ¡cualquier cosa!, incluidos vasos con líquido, y bueno, la lista de objetos que he tirado a lo largo de mis años es larga...



Cuando uno es chico, la realidad que vemos a través de nuestros ojos es la que existe. Nunca me cuestioné que por un ojo veía borroso. Algo así como ver debajo del agua, pero en la superficie. Para mí, esa era la normalidad, imaginaba que todos veían así. Un día, como a los 8, le pregunté a mi mamá si eso era normal. "Claro que no", me dijo. Pero yo no le dije que así era como yo veía. Y fue después de un tiempo, un par de años, en que le dije:
- "Mamá, no es normal ver borroso con un ojo ¿verdad?"
- "Claro que no", repitió esa vez. "Lo normal es ver bien por los dos ojos", prosiguió. Pero ahora, yo ya estaba un poco más pillina y no me quedé callada.
- "Mamá, es que parece que soy media piti entonces, porque no veo mucho con este ojo", le dije, y apunté al ojo derecho. Fue entonces que a mi madre casi se le cayó el pelo, se puso un poco histérica y me regañó. "¡Hija bruta! como no me había dicho antes!" -- imagino que ese debe haber sido su primer pensamiento. Pero bueno, uno es niño y no sabe de esas cosas. Para mí nunca fue nada terrible, el hecho no me privó de nada. Así que derechito al oftalmólogo.
Pasaron los años y con ello, muchos doctores y diversos métodos.
Usé, a los 13, unos anteojos en que mi ojo malo (como pasé a nombrarlo) se veía descomunalmente gigante al lado del otro; el lente era literalmente una lupa. Además, tenía que usar un parche en mi ojito bueno. Eso no era nada, ya que mi vista no mejoraba mucho. Luego, con la pretensión adolescente, vinieron los lentes de contacto. Fue una pesadilla, eran semi rígidos, dolían y mi vista tampoco mejoraba. No había caso. Mi ojo derecho venía fallado de fábrica y se podría haber hecho algo si hubieran descubierto el defecto antes de que yo hubiera cumplido tres años.
El último doctor al que vi, para ver si el problema era solucionable, dijo que con una operación la vista mejoraría, pero muy poco, por lo que no valía la pena. Ya que había nacido con este defecto, mi cerebro estaba acostumbrado a la visión monocular, por lo que en realidad no había problemas. Sólo una ínfima distorsión en la profundidad, nada serio afirmaría el doctor.
¡AJÁ! Al principio no le di importancia, pero después me cayó la teja: ¡era una torpe con razón biológica de por medio! Y lo peor, una torpe sin remedio. Pero bueno, jamás ha sido un problema para mi, excepto cuando tuve que usar esos lentes del demonio en que parecía cualquier cosa y por supuesto que era el objeto de las burlas. Aún los conservo por ahí. O cuando estudié otra carrera, en la que era imperativo estudiar clases a clase y yo no lo hacía: copiaba, pero siempre le decía a mis amigas mateas que no se sentaran en el lado de mi ojo malo porque ahí si que me sacaba el 1 de frentón.
Pero, ¿cuánto aumento tiene que usar ella?, alguien podría preguntarse. ¿No será una mera exageración? Yo no sé, pero sé que mi aumento en el ojo derecho es 6 puntos y algo. Y parece que eso es bastante.

No hay comentarios: